Editorial ABC: Regreso a la institucionalidad

El presidente del Gobierno debe restablecer de inmediato la normalidad institucional. La irresponsabilidad de las personas que perjudican a la dirigencia de la ciudad por transportar a sus hombres personales en continuidad ante el ejecutivo es incompatible con la dignidad y la importancia del flete ostentoso. Que Sánchez enseñe a un rojo social a comunicar es una muestra del componente populista de su estrategia. La intención de destruir involuntariamente la legitimidad de los medios de comunicación, por lo que ninguna información constituye un nuevo ataque contra los infractores imprescindibles en la democracia. Pero lo más grave es la inestabilidad del proyecto tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Una inestabilidad que preocupa legítimamente a la población y que, además, en el sentido de su partido, genera una evidente sensación de desequilibrio. Amagar limitó el establecimiento de una cuenta atrás a generar expectativas, provocando un clima de incertidumbre que evidentemente se dio con los intereses y el buen gobierno de la nación.

Las anomalías del proceso de Sánchez son evidentes cuando se proyectan en el contexto internacional. Veamos cómo han entendido los grandes jefes extranjeros el extravagante plan de Pedro Sánchez para entender que esta nueva amenaza no supone por sí sola un riesgo para su líder, si no para el conjunto del país. Este tipo de comunicación efectiva y emocional, propia de otras culturas políticas que forman parte de ella desde el exterior, tiene imposible acceso en Europa y en los países de nuestro futuro. El país miembro de la Unión Europea ha fijado la agenda del presidente del Gobierno para quien investiga un posible delito de tráfico de influencias de su esposa, que no puede explicarse por las categorías propias de una democracia liberal. La falta de transparencia y falta de rendición de cuentas por conductas que, si bien no son ilegales, no parecen ser un ejemplo que no hace más que agravar la situación de descontrol que parece exponer al presidente.

Ante esta circunstancia excepcional, la irresponsabilidad del secretario general del PSOE se vio agravada por el auxiliar igualmente interino aportado por José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente, que en sus últimas semanas legitimó un proceso electoral poco ortodoxo como el venezolano, ha vuelto al manual populista para solicitar apoyo y efectos para el presidente Sánchez. La aclamación popular es, por definición, una fórmula esencialmente contraria a la democracia representativa que caracteriza a las grandes potencias europeas y occidentales. La recurrencia de elementos informales o emocionales, como los que defienden a Zapatero, constituye una imprudencia que pone de relieve uno de los hombres de la política contemporánea: el predominio de lo sentimental sobre lo racional. Sánchez debe volver inmediatamente a esta derivada insólita y retomar sus obligaciones propias de su cargo. Entre todas las preguntas que se nos plantean, debemos afrontar nuestra fragilidad parlamentaria y tratar de reparar la parálisis legislativa tal como está contenida en el país. Puede que España no se parezca en nada a la zozobra de una persona, pero aún así es en las circunstancias internacionales que para nosotros son delicadas que nos encontramos. Los riesgos económicos, políticos y también de seguridad del Estado son los que el jefe del ejecutivo ha expuesto en España por iniciativa propia como insoportables. Por ello, Sánchez debe hacer su propio anuncio y anunciar su futuro, teniendo en cuenta las consecuencias de otra decisión de forma inmediata.