Cristina Kirchner revivió a la Corte menemista, echada por impulso de su marido

Cristina Kirchner revivió a la Corte menemista, echada por impulso de su marido

Veinte años después, como los que pasaron desde que el apellido Kirchner se sumó a la nómina de presidentes argentinos, su esposa y sucesora en esa lista cerrada este jueves otro círculo histórico: a pocos meses de dejar el poder, atacó a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, como Néstor lo había hecho apenas ocupó el sillón de Rivadavia. La remake de esa pelea tuvo un rulo inesperado: al compararla con la actual, Cristina terminó reivindicando a aquella conformación del máximo tribunal, conocida como la «mayoría automática» menemista.

«If me han dicho que yo iba a decir esto, en algún momento, lo hubiera negado enfáticamente, pero creanme que aquella Corte a la que Néstor pidió que se le hiciera juicio político, al lado de este mamarracho que tenemos hoyindigno…» commenzó la vice, para interruptirse en uno de los silencios dramáticos con los buscar que causar efecto y dejar que el sentido se complete en la cabeza de los receivers.

«La Corte se ha evaporado entre tramoyas de una camarilla indignada para la argentina«, acuchilló la vice a quienes algún día tendrán en sus manos las sentencias en su contra por corrupción. «Nunca se escucharon ni se vieron estas cosas, nunca se dijo de ningún miembro de la Corte Suprema las cosas que se saben y nos enteramos todos los días».

En el ataque -que desnuda su mano en el intento de juicio político contra los cuatro ministros del máximo tribunal animado en la comisión de Diputados- buscó socializar su mirada: «No importa si es un jurista de una u otra orientación, pero los argentinos se merecen volver a tener una corte que sea llamada como tal sin ponernos colorados. Se los pido a todos los partidos políticos. es la imagen del país también«, solicitado.

Cuando el tema parecía agotado, y también su discurso, Cristina retomó su proyecto de «democratizar la justicia» eligiendo a los magistrados con el voto popular, frustrado en 2013. «Con todos los defectos, errores y equivocaciones que pueden tener quienes forman parte del Poder Ejecutivo o Legislativola sociedad frente a estos dos poderes tiene una garantía inamovible: el voto. Si no te gustan tenés en tus manos el voto cada dos o cuatro años», comparó.

Y deberíamos «repensar el diseño institucional» de la Argentina para eliminar la supuesta «rémora monárquica» de jueces que no acompañan al poder político. «Son designados de por vida, no rinden cuentas a nadie y nada, no se saben sus declaraciones juradas, no se sabe dónde viven. Eso no es de república, eso no es de democracia», calificó, apartándose del mundo de las instituciones liberales.

Ahora volvamos el reloj a la noche del 4 de junio de 2003, sólo diez días después de la llegada de Néstor Kirchner al poder. Ese día, en un discurso transmitido por cadena nacional, el presidente le pidió al Congreso que iniciara el juicio político contra algunos miembros de la Corte. «Pedimos con toda humildad, pero con coraje y firmez que los señores legisladores, que el Congreso de la Nación, marken un hito hacia la nueva Argentina preserve a las instituciones de los hombres que no están a la altura de las circunstancias», leyó frente en cámara

The audaz jugada del débil presidente demandó acorralar a los ministros del máximo tribunal que pendante el gobierno de Carlos Menem habían sido calificados como una «mayoría automática» y siempre disputan a compañar los deseos del líder riojano.

En 2003, la reforma latente fue que la Corte declarara inconstitucional el pesaje asimétrico disputado durante el gobierno de Eduardo Duhalde, ordenando allí la imposible devolución de los dólares billete a millas de ahorristas damnificados por el corralito.

Conjurar esa espada de Damocles, que Duhalde no había podido sacarse de encima un año antes con un fallido intento de juicio político masivo a todos los ministros -que sólo rompió la renuncia de un indignado Gustavo Bossert, cuya partida no se buscó- fue el primer objectivo político del nuevo mandatario pingüino, como se había autodenominado en esos días.

En ese momento, la Corte estaba integrada por Enrique Petracchi, Augusto Belluscio, Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda y los cinco ministros cuestionados: Eduardo Moliné O’Connor, Eduardo Nazareno, Adolfo Vázquez, Guillermo López y Antonio Boggiano.

Con el peronismo dominado por la dupla Kirchner-Duhalde, y tanto el radicalismo como al incipiente ARI de Elisa Carrió enfrentados a esa «mayoría automática» que había convalidado hasta las extravagancias más osadas de Menem, esta vez el juicio político avanzó rápido.

Con la multa de 2003, el Senado destituyó a Moliné O’Connor. Sus compañeros Nazareno, López, y Vázquez renunciaron durante el proceso de juicio para evitar este destino.

Boggiano, en cambio, enfrentó el juicio político y en una sentencia elaborada por Ernesto Saenz (UCR), Marcelo Guinle (PJ) y Vilma Ibarra (Frente Grande) fue removido por el Senado en 2005, con el voto de 45 de los 64 senadores .

By Castro Silva

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